En agosto de 2020, en plena pandemia, y tras el cierre para poder viajar al extranjero, decimos bajar de nuevo un fin de semana a disfrutar de Vitoria-Gasteiz. Lo primero que hicimos, aunque no la visitábamos por primera vez, fue coger cita en el Ayuntamiento para una visita guiada. Siempre es bueno recordar y empaparte de los relatos de estos guías, que muestran la ciudad con tanta pasión.

Esta ciudad tiene mucho que contemplar, además de su belleza arquitectónica, su casco histórico es un conjunto monumental, repleto de museos, palacios renacentistas, iglesias, y muchos rincones para perderse, fue designada Capital Verde Europea 2012, por contar con el índice más alto de zona verde por habitante y estar rodeada por un Anillo Verde, que puede ser recorrido a pie o en bici.

Aunque hemos ido varias veces, siempre hay cosas que nos sorprenden en el discurso de los guías, como cuando relatan por qué esta ciudad cuenta con nombre y apellido. Sí, el nombre completo es Vitoria-Gasteiz, no como muchos creen que Gasteiz es la traducción al euskera de Vitoria. El nombre, viene de “Nueva Victoria”. Se lo da el rey Sancho VI de Navarra, que funda la ciudad en 1181. Por entonces era una villa amurallada que representaba una avanzada defensiva del reino de Navarra. Con el paso del tiempo se quedó solo en Vitoria. El apellido “Gasteiz” es el de la aldea que se ubicaba en la colina.
No solo fue un viaje de cultura y paseo, si estas en Vitoria es una obligación, disfrutar de su gastronomía. Y al igual que la entrada para ver la Iglesia de Santa María, que tuvimos que reservar on-line, algunos de los restaurantes que teníamos en la agenda, también los reservamos con antelación. Además de ser fin de semana, estábamos en pandemia y los cupos se reducen mucho.
El primer día fuimos a comer al Restaurante Mano Lenta, fuera del casco antiguo pero a un paseíto del parque de la Florida. Contaba con un menú entre semana a un precio económico 20 euros con copa de vino, o 23 con botella para dos comensales. El menú consta de un aperitivo de bienvenida, tres pequeños entrantes, tipo tapita, y dos medias raciones, una de pescado y otra de carne. Este menú es cerrado, el que tienen en ese día, lo único a elegir es el postre, de entre tres opciones. El local es grande, muy acogedor y cuenta con una terraza exterior.

Primero nos sacaron el apetitivo, un ceviche de vieira dentro de una lima. Me encanta este tipo de bocados con tanta acidez.

Luego llegaron los entrantes, una coliflor frita con mahonesa de kimchi y pimentón, una ensalada de cecina con hongos y un clásico que nos gusta mucho, una crema de patata con yema de huevo y oreja.

En lugar del habitual huevo a baja temperatura, colocan sobre el parmentier una yema.

Los entrantes, nos parecieron escasos, pero tras acabar y hacer una valoración de la comida, la cantidad del conjunto del menú, es suficiente.


Las dos medias raciones fueron un taquito de salmón a la brasa con crema de zanahoria al café y espinacas fritas, y un entrecot a la brasa con crema de apionabo.
Nos encantó la crema de zanahoria al café, una guarnición perfecta para el salmón, al igual que el apionabo, un descubrimiento ambas cremas.

Para el postre optamos por la tarta de queso al horno, que nos habían dicho que tenía fama. ¡Buena elección! sabrosa, cremosa…. buen final para completar el menú.
Resultado de la comida en el Restaurante Mano Lenta, calidad-precio: notable.
Por la tarde dimos un largo paseo, para admirar la colección de grafitis que adornan muchas de las fachadas del casco medieval.

Este itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz (IMVG), es un proyecto de arte colaborativo que se plasma sobre fachadas cedidas por vecinos o colegios.

Para facilitar su búsqueda, cogimos un mapa en la oficina de turismo, donde se señalan cada uno de las localizaciones de este arte urbano.
Al terminar y después de refrescamos con una cerveza, acabamos en el Bar Toloño. Habíamos pasado por la mañana y reservado. Aunque es un bar para tomar tapas, reservan mesa si vas a cenar en plan tapeo, y es la opción que os aconsejamos, ya que es uno de los bares más concurridos y solicitados en las tardes-noches.
Una vez sentados en nuestra mesa, el camarero nos pasó la carta. Un chico muy simpático que nos recomendó los platos más demandados del establecimiento.

Para empezar, mientras debatíamos qué elegir dentro de las variadas opciones, pedimos unas croquetas, un clásico, que es un acierto seguro, para valorar la calidad del restaurante.

Después llegaron los pintxos de diseño, primero un Txangurro al horno, una copita de coctel, rellena de txangurro coronado con una espuma de coliflor.

Después el irlandés de perretxicos, servido en vaso y con dos texturas de crema y espuma. Ambos muy sabrosos. Nosotros tenemos en nuestra Web dos versiones parecidas de estos platos.

También probamos la tostada de vieiras. Buen producto, muy bien elaborado, a un precio que aunque pueda parecer excesivo (cada pintxo cuesta de 3,50 a 4 euros) no lo es. La mano de obra es lo que más encarece esta cocina en miniatura, y los platos que ofrecen en el Toloño, llevan bastante elaboración.
Un buen lugar para disfrutar de estos bocaditos de diseño, que algunos son verdaderas obras de arte para el paladar
Al día siguiente fuimos temprano a visitar la Catedral de Santa María. Habíamos reservado online, ya que hay un cupo limitado de visitas impuesto por la pandemia y este monumento está muy solicitado debido entre otras, al escritor de Ken Follet, quien se inspiró en esta catedral para escribir la segunda parte de Los Pilares de la Tierra. Era la segunda vez que la visitábamos.

La vez anterior, hace más de diez años, tuvimos que pasearnos con casco por sus entrañas, a través de pasarelas de madera y rodeados de andamios, pero ahora los trabajos de rehabilitación del edificio habían avanzado mucho, dando acceso a un amplio espacio bajo la cubierta del pórtico, sobre las bóvedas de éste, donde la guía hace la primera parada, para contar las labores de rehabilitación que se han empleado y cómo de avanzadas van las obras. Desde aquí se continúa el recorrido por el inferior de la cripta de la cabecera y del piso de las capillas de la Catedral. Después se sube a las torres de comunicaciones en los patios de la Catedral abiertos al cantón de Santa María.

Desde la torre se obtienen unas vistas espectaculares de la ciudad. Como el día estaba despejado pudimos contemplar toda la llanura alavesa hasta los montes que hacen de frontera con Bizkaia y La Rioja.

Nos gusto mucho el recorrido que te hacen por los pasillos estrechos que circundan los triforios de la catedral, con unas vistas impresionantes, que muestran la imponente amplitud de la nave central de la Catedral.
Al acabar y con el interés suscitado por el guía, bajamos hasta la Catedral nueva, para darle un rápido vistazo, y acercarnos a nuestro siguiente destino gastronómico, la Taberna PerretxiCo, un establecimiento en el que ya estuvimos hace algunos años, cuando se encontraba en un barrio de las afueras de Vitoria, y del cual salimos supercontentos por el festival de fantasía de emanaban sus platos.

Ahora en el Centro de la ciudad, ha diversificado las propuestas de menús. Nosotros elegimos el menú picoteo, cuyo precio sin bebida es de 23€, al que añadimos un pintxo que teníamos muchas ganas de probar, el Donut de cocido vasco en dos vuelcos, pintxo finalista del concurso de España de cocidos SXXI.

Presentación espectacular, un donut relleno de las viandas que acompañan el cocido, zancarrón…., y su correspondiente sopa en taza de desayuno. Es un plato contundente por lo que el camarero nos sugirió pedir media ración, ya que después vendría el resto de platos del menú. Si mezclas ambas preparaciones, mojando el donut como si estuvieses degustando un buen desayuno, resulta creíble, el saboreo de un buen cocido. Un buen trampantojo.

El menú que elegimos, consta de ensaladilla con talochip de maíz. Una ensaladilla TOP 10 2019 según Gastronómika, acompañada de unos topopos, llamados talochips por aquello de las típicas tortitas de maíz que se comen en las ferias del País Vasco, tradicionalmente con envolviendo a chistorra frita.

Después vino un steak tartar de txuleta con parmesano, almendras tostadas y vinagreta de trufa y un plato de alcachofas fritas con crema de queso Idiazabal y panceta de basatxerri (cerdo autóctono).

Ambas preparaciones clásicas, pero con pequeños toques que las modernizaban.

Luego vino la tortilla manchada de bacalao y patata alavesa. Una tortilla guisada, muy sabrosa. Pocas veces se comen las tortillas de esta forma, y estaba muy, muy sabrosa.

A continuación nos trajeron el Abanico ibérico con patatas alavesas fritas, cebolletas agridulces encurtidas en la taberna y pimiento del país. Otro clásico.

Y por último el postre. Pastelico de chocolate con helado de vainilla y sopa de oro. Fue el plato que menos nos cautivo. Pensaba que iba ser más espectacular, viendo el resto del menú, si no fuese por la luminosidad de la sopa de oro parecía un postre corriente, de brownie de chocolate con helado de vainilla.

Si quieres probar algo distinto, diferentes menús de cocina de vanguardia o simplemente disfrutar de un buen bar de tapeo, éste un buen sitio, la variedad de pintxos de diseño es espectacular.
La tarde resultó lluviosa y fría, una de estas tardes, que dan la razón a las personas que llaman a esta ciudad, Siberia-Gasteiz. Para estar en pleno agosto, la temperatura se situó por debajo de los diez grados y la lluvia no paraba, con lo que no nos quedó más remedio, que acortar los recorridos lo más posible. Fuimos de visita al Museo Fournier de naipes.

Un museo que muestra colecciones históricas de naipes de los cinco continentes y en el que encuentras muchas curiosidades sobre la técnica de fabricación, los diferentes tamaños y formas, y los diversos palos y figuras que emplean en cada país, que siguiendo distintas combinaciones y reglas, permiten ser utilizadas para multitud de juegos. Un recorrido interesante y ameno al resguardo de la lluvia que caía.
Para cenar nuestro último día, y viendo como estaba la noche, decidimos quedarnos cerca del Hotel, en la Pizzería Dolomiti.
Esta Pizzería se sitúa al lado del parque de la Florida. Fue inaugurada el 1 de agosto de 1981 por Francisco Galdós, después de colgar la bicicleta y de aprender en Italia la elaboración artesanal de pasta y pizza. Dispone un horno de leña, lo que le da un toque de distinción a todas las pizzas que elaboran.

Elegimos de entrante una ensalada con burrata, con tomates secos, piñones y pesto de albahaca. Buena cantidad suficiente para compartir los dos.

Luego una pizza STELVIO, con tomate, berenjenas, hongos, cebolla y queso de cabra, y para terminar un tiramisú artesano. Todo para compartir con un par de cervezas. No solemos frecuentar estos establecimientos, pero la verdad es que nos gustó mucho todo lo que pedimos. Nos sentimos muy cómodos, el camarero fue super simpático, y todo de buena calidad. Si te gusta este tipo de comida, este establecimiento cumplirá tus expectativas.
No nos dio tiempo a disfrutar de algunos restaurantes que también teníamos señalados en el mapa, como el Sagartoki, dirigido por el cocinero Senén González, y poder degustar en él, su famoso huevo frito con patatas. Uno de las mejores tapas que hemos probado, y ya son muchas. Es un pintxo que se come de un bocado y es toda una explosión de sabor. Si no os podéis desplazar a Vitoria, contaros, que se podéis comprarlo congelado, se vende en establecimientos como el Corte Ingles.

Al día siguiente, ya de vuelta, hicimos un pequeño desvío para visitar Añana, y disfrutar de su Valle Salado. Cogimos, cómo no, visita guiada, y pudimos empaparnos de toda la historia que acumulan estas espectaculares salinas.

Al final, te muestran una terraza de sal, con carteles de algunos de los grandes cocineros de este país, que tienen adoptada, por así decirlo, una parcela de sal, y con la que promocionan su utilización.
En la tienda adquirimos dos de los productos estrella, la sal en escamas y la sal líquida.
Vitoria- Gazteiz, seguro que volveremos a disfrutar de tus paseos y de tu gastronomía. ¡Nos vemos pronto!. Nos han quedado muchas cosas pendientes.
LOCALIZACIÓN DE LOS RESTAURANTES:
Calle Pintor Tomás Alfaro 11 01008 Vitoria-Gasteiz
Cuesta San Francisco 3,01013 Vitoria Gazteiz
Calle San Antonio Nº 3 bajo 01005 Vitoria-Gasteiz
Pizzería Dolomiti
Calle de Ramón y Cajal 1, 01007 Vitoria Gasteiz