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TEIKE, PASIÓN GASTRONÓMICA EN BALMASEDA

El Teike es uno de esos sitios del que has oído hablar bien, lo tienes en la lista para visitar, pero por una u otra razón, siempre queda pendiente. Esta Semana Santa del 2024 por fin decidimos ir. Reservamos con antelación, ya que es un local muy solicitado. Apenas está desde Bilbao a media hora en coche o una hora en tren de cercanías.

Llegamos temprano a la Villa de Balmaseda, ya que queríamos desayunar allí, y probar la tortilla que elaboran en el Restaurante Teike. Este local fue el ganador del campeonato Bizkaiko Tortilla Kopa 2023, organizada por la Asociación de Hostelería de Bizkaia. Aunque en la barra cuentan con una gran variedad de tortillas (trufa, queso, chorizo…), elegimos la clásica con cebolla, que además resultó ser la ganadora del concurso.

La tortilla estaba deliciosa, tal como nos gusta: con trocitos de patata tostada y mucha cremosidad, pero no líquida. Se notaba la cantidad de huevo que emplean: ocho huevos completos con tres yemas extra en cada tortilla. Se deshacía en la boca, con ese toque crujiente de los trocitos de patata. Últimamente,  es difícil encontrar una buena tortilla y esta lo era. Un buen principio, que confirmaba las buenas expectativas con las que veníamos. Donde miman así la elaboración de las tortillas, seguro que trabajan igual de bien los demás platos que ofrecen. El precio de la tortilla con café fue de 3,50 euros.

Al salir del restaurante, nos encontramos con dos putxeras en la calle, que  desprendían aromas a carbón y alubias, abriéndonos aún más el apetito y las ganas de empezar ya con el menú degustación. La putxera (u olla ferroviaria) es un distintivo de esta villa. Tiene sus orígenes en los maquinistas de la línea de ferrocarril Bilbao-La Robla (León), quienes cocinaban al calor del carbón de las máquinas, un sabroso cocido a base de alubias, tocino, chorizo y morcilla. En el Teike, utilizan la putxera todos los días del año para preparar alubias, patatas a la riojana, marmitako u otras recetas, consiguiendo realzar su sabor.

Una vez desayunados, salimos a recorrer las calles y visitar algunos de los monumentos de Balmaseda. Aunque el pueblo es pequeño, es muy bonito. Visitamos la iglesia de San Severino, el Puente Viejo, el convento de Santa Clara, el Palacio Horcasitas y el Balmasedako Kultur Etxea. Estos dos últimos contaban con dos exposiciones que estaban activas, en el primero una sobre la Semana Santa y en el otro, una sobre la historia local. Eran gratuitas y nos resultaron curiosas a la vez que instructivas.

Después de culturizarnos y darnos unos largos paseos, llegó la hora de comer.
El restaurante Teike es local  pequeño y al mediodía estaba lleno de gente, con el poteo, bebiendo  y comiendo algún pintxo o las deliciosas rabas que preparan. Las mesas son de madera y no está separado el comedor de la barra del bar, por lo que al principio había excesivo ruido. Nos acomodaron en la mesa reservada, al fondo, bajo el ventanal de la cocina, y empezó el festín del menú degustación.
Lo primero a destacar fue la amabilidad del personal y el pan, que estaba muy muy bueno, con una corteza crujiente y bastante sabor. Es una parte fundamental de la comida, que muchos restaurantes descuidan. Ya tenían dos puntos a sumar a su favor, el pan y la atención de los camareros.

El primer plato fue una flor de calabaza en tempura con huitlacoche y yema curada en soja. Una vez curada, la yema se bate y ejerce de salsa en este plato. Empezamos bien.

A continuación, llegó el plato estrella del menú, el más aclamado y comentado por el camarero: “Guisantes lágrima al kamado con papada ibérica confitada y salsa holandesa”. Me encantó el punto del guisante, con textura y apenas cocinado unos segundos en el kamado, un horno japonés que le aporta aroma a brasa, conservando todo su sabor. Otra curiosidad es la seta shimeji, que acompañaba al plato; la ponen cruda. Nunca la había probado así, y la verdad es que merece la pena. Además, el caldo que bañaba los guisantes estaba meloso por la salsa holandesa y lleno de sabor. Ya os adelantamos que fue uno de los platos que más nos gustó; dándole la razón el camarero.

Luego llegó el plato de arroz. Lo acompañaron con unos trocitos de wagyu A5 de Kagoshima, la carne de ternera japonesa más cara del mundo. Te aconsejan comerla sola para apreciar su textura sedosa y su exquisito sabor, y después disfrutar del arroz. La carne es fundente en boca, aunque la cantidad se queda un poco corta, pero claro, no está el precio para más. El arroz estaba muy cremoso; nos comentaron que se debe a la grasa del wagyu que emplean para mantecarlo, que además le aporta mucho sabor. Aunque la cantidad de arroz no era muy grande, llenaba bastante, y todavía estábamos a mitad del menú. Por ahora no podía ir mejor la degustación.

El siguiente plato lo llaman “Raíces de Balmaseda” y son unas alubias que elaboran desde primera hora de la mañana en la calle. Las que vimos cuando salíamos de desayunar. Las sirven en una putxera individual, acompañadas de un mini talo con los sacramentos del este guiso tradicional. Las alubias estaban riquísimas y, al igual que el arroz, llenas de sabor y cremosidad.

Además, el recipiente donde las sirven, “la puchera individual”, es todo un guiño al nombre del plato. Puede parecer una turistada, pero a nosotros nos gustó y nos pareció un punto más a su favor.

Los dos últimos platos, antes de llegar al postre, fueron la “Dorada a la brasa con salsa Tom Kha Gai”. El pescado te lo sirven con la piel tostada y en su punto de cocción, estuvo bien, aunque la salsa me pareció un poco suave de sabor; esperaba algo más potente, por los comentarios del camarero cuando nos explicó el plato.

En cambio, con el  faisán con salsa Périgueux, tuve una experiencia diferente. Se trata de una albóndiga con excesivo sabor, me recordaba a los platos que hacía mi abuela con gallina, y que no permitía apreciar la salsa Périgueux. Te los sirven al igual que en el plato de guisantes con unos granitos de palomitas por encima, aunque la verdad, en boca pasan totalmente desapercibidos.

El postre, “baklava de pistacho”, fue el plato del menú que menos me gustó. Claro, los que lo precedieron eran de mucha calidad y el listón estaba muy alto. Le faltaba crujiente a la pasta filo, y para llamarse baklava, el almíbar que suele bañarlo, si lo tenía, no lo pudimos apreciar. Además, creemos que le faltaba sabor. No sé. Igual ya estábamos con el estómago lleno y el paladar cansado.

En resumen, el menú degustación es muy asequible para estos lares (48,50 euros con pan, agua y café incluidos). Un sobresaliente al conjunto de elaboraciones que nos ofreció el chef Iñigo Ramos del Teike de Balmaseda. Superrecomendado, si visitas Bizkaia o vives cerca, pásate por aquí, no te arrepentirás. La cocina es un cruce entre la tradición y la vanguardia, priorizando siempre el producto de  máxima calidad. Cocina de fusión, una mezcla de tradición, con productos locales y otros ingredientes del mundo.
Estamos seguros de que volveremos muchas veces más. Hay muchos platos de la carta que queremos probar y volver a probar su tortilla. Hasta pronto¡¡

Dirección:

C/ Martin Mendia Kalea 5,

48800 Balmaseda, Bizkaia

Tel: (+34)688 66 95 89

https://www.teikebalmaseda.com/

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