El tercer día, nos encontramos con un clima desfavorable, ya que la lluvia no cesó en ningún momento. Decidimos explorar el centro y visitar la Iglesia del Buen Pastor y el mercado de la Brecha. Por cierto, este último se encontraba en decadencia, a diferencia del mercado de Bilbao, que ha resurgido gracias a la última reforma, incorporando locales gastronómicos. En contraste, el mercado de la Brecha, que en su día fue un referente entre los mercados de las capitales vascas, nos pareció descuidado y carente del bullicio de antaño.
Entre estas dos paradas, dimos un paseo por la orilla del Urumea, donde pudimos admirar las elegantes casas señoriales, el Hotel María Cristina, el teatro Victoria Eugenia y el hermoso puente de María Cristina, que destaca por sus cuatro obeliscos de 18 metros de altura coronados por grupos escultóricos.
Hoy, para almorzar, buscamos una propuesta gastronómica diferente y elegimos el restaurante vegetariano Orburu, ubicado en el barrio de la antigua cerca del Palacio Miramar. El local, pequeño y situado en un callejón junto a la Cruz Roja, nos dio la sensación de un ambiente familiar al entrar. Está regentado por una pareja, él en la cocina y ella en el servicio. Al presentarnos el menú y discutirlo con la camarera, nos dimos cuenta de que íbamos a disfrutar de la cocina vegetariana, debido a la pasión que transmitían.
Para comenzar, pedimos una croqueta de remolacha y «gazta zaharra» para cada uno. La croqueta era cremosa, con un color llamativo y un sabor suave. El queso equilibraba el sabor terroso de la remolacha. Los demás platos los compartimos.
El primero fue unas zanahorias asadas con baba ganush, migas, hinojo encurtido y queso feta. Fue espectacular, cada elemento encajaba perfectamente, tanto en sabor como en textura. Fue un plato excepcional.
Luego llegaron las alcachofas al horno con polenta, puré de guisantes, vinagreta de ajos tiernos y avellanas. Aunque las alcachofas no estuvieron a la altura de las que probamos en Hondarribia, que estaban deliciosas y tiernas, estas no estuvieron nada mal.
Antes de los postres, disfrutamos de coliflor frita con dhal de lentejas rojas, espinacas y anacardos, un plato similar al que preparamos en casa. Tenía un sabor muy rico y suave a pesar de la presencia de coliflor, y bastante completo.
Al llegar el momento de los postres, dudamos en nuestra elección, pero finalmente optamos por el helado de pistachos con bizcocho de naranja. El helado fue espectacular, estaba riquísimo con trocitos de pistachos caramelizados, cremoso con sabor y la combinación con el bizcocho perfecta, otro plato de diez.
También probamos la tarta de chocolate negro con sorbete de plátano y crema de cacahuete, pero para mi gusto fue demasiado intensa, tanto la tarta como el sorbete. Me quedo con el helado de pistachos.
En resumen, la propuesta gastronómica fue un acierto. Aunque la carta no era muy extensa, era suficiente para apreciar la cocina vegetariana de alta calidad. Fue una de las mejores experiencias culinarias que tuvimos durante nuestro pequeño recorrido por Donostia. Salimos muy satisfechos, confirmando lo que ya sabíamos: la buena cocina vegetariana puede ser deliciosa.
Por la noche, debido a la intensa lluvia que continuaba, decidimos cenar unas hamburguesas en el restaurante Polka, ubicado en una plaza en una de las esquinas de la Parte Vieja.
Es un lugar que ofrece una comida informal y juvenil, con raciones para compartir, ensaladas, hamburguesas o hot dogs.
Optamos por dos hamburguesas: la Beyond Burger, una hamburguesa vegetal con lechuga, tomate, cebolla caramelizada, queso cheddar y crema de piquillos,
y la Crispy Panko Fish, con tiras de bacalao frito, lechuga, cebolla roja con lima, cilantro y salsa tártara. Acompañamos las hamburguesas con unas patatas bravas. Todo estaba buenísimo, las hamburguesas eran diferentes a las clásicas, sabrosas y de buen tamaño.
Las patatas nos gustaron mucho, eran gajos de patata con una mayonesa especiada con ajo y jalapeños, realmente sabrosas. Es un buen lugar si se va con niños o, como en nuestro caso, si quieres alejarte de la opción de los pintxos y probar algo diferente.
En la mañana del cuarto día, el clima seguía siendo lluvioso. Teníamos planeado visitar los acantilados de Zumaia y su espectacular formación rocosa conocida como Flysch, que muestra más de 60 millones de años de historia de la Tierra, incluida la gran extinción de los dinosaurios. Sin embargo, tuvimos que cancelar nuestros planes debido al mal tiempo. No era un día apropiado para caminar cerca del mar, sobre rocas y senderos de tierra. Será para otra ocasión.
Decidimos cambiar nuestro itinerario y viajar directamente a Zarautz, nuestro próximo alojamiento en la costa guipuzcoana.
Zarautz es un encantador pueblo costero conocido por su extensa y hermosa playa, así como por su largo paseo marítimo de 2,5 km, donde se encuentran numerosos bares, restaurantes y escuelas de surf. El surf es un deporte que se practica durante todo el año en esta playa.
En el pasado, Zarautz fue elegido por destacadas personalidades europeas como la Reina María Cristina, el Rey Eduardo de Inglaterra y Alfonso XIII para pasar largas estancias veraniegas. Incluso hoy en día, se pueden apreciar muchas de las majestuosas casas señoriales y palacios que datan de aquella época.
Para almorzar, elegimos el Restaurante Kirkilla-Enea, ubicado en el Casco Viejo, el área con la mayor concentración de monumentos y edificios de interés, sin duda el corazón de la vida de Zarautz. Al entrar, fuimos recibidos por la dueña, una mujer experimentada que nos atendió de manera excepcional. Al presentarnos las opciones, optamos por el menú del día, que nos pareció excelente con relación al precio.
Como primer plato, elegimos el tartar de salmón picante con aguacate, gazpacho de mango, queso de cabra y helado,
así como un risotto de chipirones en su tinta con ali oli, croquetas y chipirones fritos. Ambos platos estaban muy bien presentados.
Como plato principal, los dos elegimos la merluza asada sobre ajoblanco de sésamo tostado y vainas salteadas. El pescado estaba en su punto, jugoso y delicioso, y la guarnición de judías verdes estaba realmente sabrosa y complementaba perfectamente al pescado.
Para el postre, nuevamente optamos por la tarta de queso al horno con frutos rojos. Tenía un sabor delicioso, más tostada en comparación a otras que habíamos probado.
La relación calidad-precio del menú era sobresaliente. No es de extrañar que, a pesar de que el local era bastante grande, estuviera lleno, incluso cuando fuimos en el segundo turno.
Zarautz no es un pueblo que tenga muchas atracciones turísticas, aparte de algunos monumentos en el Casco Antiguo.
Sin embargo, cuenta con un hermoso paseo marítimo junto a la playa, y eso fue lo que hicimos por la tarde: recorrer el paseo desde el Casco Antiguo hasta el Hotel Restaurante de Arguiñano, que se encuentra en el extremo opuesto.
El día estaba bastante desapacible, apenas había surfistas en la playa y pocos transeúntes como nosotros.
De regreso al Casco Antiguo, nos acercamos al Napar Berri, conocido por sus croquetas. Sabiendo esto, no podíamos dejar de probarlas. Aunque el local era pequeño, el servicio fue rápido y atento.
Pedimos una ración de croquetas, de buen tamaño, cremosas, con una generosa cantidad de jamón y un rebozado crujiente. Las recomendamos sin duda, merecen una calificación muy alta.
En nuestro último día, amaneció nuevamente lluvioso. Nuestro itinerario indicaba que por la mañana visitaríamos Getaria, que se encontraba a tan solo diez minutos de distancia de donde estábamos hospedados en Zarautz.
Una vez estacionamos el coche en el área del puerto, nos dirigimos al museo Cristóbal Balenciaga, ubicado en una colina en la parte alta del pueblo.
Es curioso que, al pasar la Parte Vieja y cruzar la carretera que va de Zarautz a Zumaia, nos encontramos con unas escaleras mecánicas. Parece ser que este tipo de ascensores o escaleras está de moda.
El museo, inaugurado el 7 de junio de 2011, es uno de los atractivos para los turistas que visitan esta costa. Está compuesto por dos edificios, uno moderno y otro antiguo, el Palacio Aldamar, adaptado para albergar la obra de este genial modisto nacido en Getaria.
Recomendamos apuntarse a la visita guiada y llamar para confirmar los horarios, ya que pueden variar según la temporada, como nos sucedió a nosotros.
Después de visitar el museo y contemplar la colección de maravillosos vestidos que alberga, al bajar nos encontramos con el monumento a Juan Sebastián Elcano. La escultura representa un gran mascarón de proa, inspirado en la «Victoria de Samotracia», y recrea la heroica gesta de este navegante nacido en Getaria, quien fue el primero en dar la vuelta al mundo.
Getaria es un pueblo costero de pequeñas dimensiones que se puede recorrer en poco tiempo.
En la parte baja del casco antiguo se encuentra la Iglesia de San Salvador, considerada una de las joyas góticas del País Vasco. Vale la pena visitarla por el llamativo suelo del templo, que se encuentra en una cuesta arriba. Desde esta iglesia, salen las dos calles principales del Casco Antiguo, donde se encuentran la mayoría de los restaurantes y asadores, junto con la zona del puerto.
En una de estas calles principales se encuentra el restaurante donde teníamos reserva, el Restaurante Politena.
Antes de entrar, visualizamos en el exterior de una esquina de la puerta la parrilla donde asan los pescados y verduras que sirven en el interior, una forma típica de cocinado de esta localidad.
Los días de Semana Santa se consideran especiales, por lo que nos ofrecieron dos opciones: elegir platos de la carta o un menú especial de 35 euros, el mismo que ofrecen los fines de semana. Optamos por el menú, ya que era variado y tenía muchos platos que queríamos probar, lo que nos dificultó la elección.
Como primer plato, elegimos el arroz cremoso con kokotxas y almejas, muy sabroso y en su punto,
y unas alcachofas de temporada con hongos, bañadas en una potente salsa de hongos, un plato de cuchara perfecto para un día un poco frío como el que había salido.
Como plato principal, elegimos la lubina a la parrilla para dos personas con verduras asadas, junto con el rodaballo, que tenía un suplemento. Ambos pescados estaban en su punto, y el sabor que les aportaba la parrilla los hacía espectaculares. El parrillero se llevó un diez por su habilidad.
De postre, elegimos el goxua de café, típico de Vitoria, pero en esta ocasión estaba aromatizado con café. Se presentó en un vaso grande y, aunque estaba muy bueno, resultaba contundente.
También probamos una Pantxineta, un pastelito de hojaldre relleno de crema pastelera muy típico de esta zona de Euskal Herria.
El restaurante ofrecía una buena relación calidad-precio, con productos de calidad, variedad y la opción de disfrutar de buen pescado a la parrilla a un precio razonable. Lo recomendamos sin duda para repetir.
De regreso a Zarautz, hicimos otra visita a la pastelería artesanal Aizpurua Gozotegia para darnos un último capricho y merendar con sus exquisiteces de productos artesanos.
El local de la cafetería y obrador es pequeño, pero cuentan con una terraza exterior donde nos quedamos. El personal fue muy acogedor, con un trato cercano y amable que nos hizo sentir como en casa. Fue un placer encontrarnos con gente así, y además nos aconsejaron sobre los productos que ofrecían, brindándonos explicaciones detalladas y siempre con amabilidad. Este lugar es muy recomendable para desayunar, merendar o simplemente disfrutar de un café con algo dulce.
Al finalizar nuestro viaje de regreso a casa, tuvimos la sensación de que esta peregrinación gastronómica por la costa guipuzcoana había valido la pena. Todos los lugares donde comimos recibieron una muy buena calificación de nuestra parte, a excepción de no haber podido hacer la excursión a Zumaia, pero eso se convierte en una promesa para una futura visita.
ORBURU
Calle Matia 5 Antiguo Txubillo, Trasera, 20008 San Sebastián – Donostia
POLKA
Plaza Sarriegui 8, 20003 San Sebastián – Donostia
RESTAURANTE KIRKILLA-ENEA
Calle Santa Marina, 12W 20800 Zarautz, Gipuzkoa
NAPAR BERRI
Calle Zigordia Kalea, 35, 20800 Zarautz, Gipuzkoa
POLITENA
Calle Nagusia 9, 20808 Getaria
AIZPURUA GOZOTEGIA
Ipar Kalea 4, 20800 Zarautz, Gipuzkoa