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SEMANA SANTA DE GULA POR LA COSTA GUIPUZCOANA (PARTE I)

En esta Semana Santa del 2023, decidimos emprender un exquisito recorrido gastronómico por diversas localidades de la Costa Guipuzcoana.

Antes de llegar a nuestro primer destino, San Sebastián (Donostia), hicimos una parada en Pasajes de San Juan (Pasai Donibane), un encantador enclave costero cercano a la capital que conserva su arquitectura y atmósfera marinera de antaño. Aparcamos en la entrada del pueblo y caminamos por su única calle, conocida como Donibane Kalea, que atraviesa la localidad de principio a fin. Nos detuvimos para admirar las fachadas blasonadas de los palacios, las antiguas casas señoriales y las pintorescas viviendas de los marineros, situadas a ambos lados, hasta llegar a la Plaza de Santiago.

Este lugar, situado junto a la Bahía de Pasaia, es uno de los rincones más emblemáticos y encantadores de Pasai Donibane. Se trata de una plaza rectangular abierta al mar, rodeada de casas de pescadores pintadas en variados colores, creando un ambiente de postal. La Plaza de Santiago representa el corazón social de Pasai Donibane, y alberga algunos de los restaurantes donde disfrutar de una buena comida o picoteo.

También es el punto de partida para tomar el barco que cruza hasta Pasajes de San Pedro, al otro lado de la bahía.

Tras pasear por las calles y tomar numerosas fotografías, nos dirigimos a nuestro siguiente destino, Donostia, donde habíamos reservado una mesa en Mendaur Berria, nuestro primer lugar para deleitar el paladar. Ubicado en la calle Fermin Calbeton, en pleno Casco Antiguo, este establecimiento es conocido por sus deliciosos pintxos. Aunque el local es pequeño, gracias a nuestra reserva no tuvimos problemas para disfrutar de nuestra comida en un ambiente tranquilo. Nos acomodaron en una mesa cercana a la entrada y nos entregaron el menú. Dado que previamente habíamos investigado los pintxos que ofrecían, ya teníamos una idea de lo que íbamos a pedir, pero estábamos ansiosos por escuchar las sugerencias de la amable camarera que nos atendió.

Elegimos cada uno el Taco-talo de Begihandi, que consiste en un calamar en tempura con alioli de kimchi, alioli de lima, cebolla roja y micromezclum, todo envuelto en una tortilla mejicana. Es una versión en formato pintxo del clásico bocadillo de calamares y resulta realmente delicioso.

Después, nos sirvieron el Huevo «Mendaur», un huevo a baja temperatura acompañado de hongo de temporada, parmesano, jamón ibérico y aceite de trufa negra. La combinación de ingredientes es espectacular y el plato se queda corto debido a lo sabroso que está.

Continuamos con el Txipirón tres salsas, que consta de trozos de chipirón con alioli de ajo negro, miel y mostaza, y chimichurri de txakoli. Aunque puede parecer similar al anterior, se trata de una tapa con un concepto diferente, pero igualmente delicioso.

Luego, llegó el turno de otro clásico, la Carrillera con albahaca y parmesano, que consiste en carrillera de ternera con puré de parmesano, salsa de albahaca con lima y crujientes de maíz. La carne está tierna y jugosa, y se complementa perfectamente con el puré de parmesano. Es un plato que podría formar parte de cualquier menú, pero aquí se sirve en formato de tapa.

Para terminar, pedimos los postres: Sorpresa de oro y chocolate. Lamentablemente, este no fue de nuestro agrado, ya que consistía en una cúpula de chocolate rellena de frutos rojos, sobre un lecho de polvo de galleta. Sentimos que le faltaba sabor y no nos impresionó tanto como el resto de los platos.

Decidimos probar también el Homenaje sidrería, una propuesta que nos gustó. Consistía en un vaso de sidra acompañado de los productos habituales que se sirven de postre en las sidrerías, como queso Idiazabal, nueces y membrillo, pero presentados en distintas texturas. Como bebida, optamos por un refrescante Txakoli con un toque de aguja, que resultó muy agradable al paladar.
Damos una buena valoración a nuestra primera experiencia con los pintxos de Donostia. A pesar del tamaño reducido del local, nos sentimos cómodos y el personal fue muy atento y servicial, siempre dispuesto a satisfacer nuestras necesidades.

Por la tarde, decidimos visitar la zona de Gros, donde se encuentra el palacio Kursaal y la playa de Zurriola. El ambiente era muy animado, sobre todo entre los jóvenes y los amantes del surf.

Después de un largo paseo, aprovechando que estábamos en ese barrio, decidimos probar el pintxo de tortilla del bar Zabaleta, el cual había recibido muchas recomendaciones en las redes sociales. Aunque el local era pequeño, logramos conseguir una mesa en la terraza. Sin embargo, la tortilla no nos convenció.

Nos pareció bastante normalita, tal vez no tuvimos suerte y no estaba en su mejor día. Esto es cuestión de gustos, pero por la cantidad de gente que tenía, parece que el negocio de las tortillas le va de maravilla.

Cuando comenzó a anochecer, nos dirigimos hacia la Parte Vieja para seguir disfrutando de los pintxos que nos habían recomendado. Esta noche visitamos el Bar Sport, un lugar pequeño pero afortunadamente conseguimos una mesa.

Probamos la crema de erizo, que resultó ser apetitosa y llena de sabor.

También probamos el famoso foie casero, cocinado al momento y servido con un pimentero para que pudiéramos añadir pimienta al gusto. Nosotros optamos por agregarle un poco de pimienta, y resultó ser sabroso y delicado.

También pedimos unas croquetas, que estuvieron bien aunque no destacaron especialmente. Lamentablemente, no tenían la hamburguesa de chuleta, otra recomendación que teníamos en mente, pero nos ofrecieron una brocheta de txuleta que no nos convenció, ya que la carne estaba demasiado hecha y seca.

Para finalizar con algo dulce, elegimos la tarta de queso, que resultó ser muy buena, cremosa y llena de sabor. En general, le otorgamos una calificación alta gracias a la calidad de los productos y, sobre todo, al personal del lugar, que fue muy atento y nos brindó un servicio rápido.

Al día siguiente, decidimos visitar Hondarribia, un encantador pueblo ubicado cerca de la frontera con Francia, a tan solo 25 minutos de San Sebastián. Para nosotros, era el pueblo más hermoso y mejor conservado de toda Guipúzcoa.

Después de estacionar el coche en la zona habilitada del pueblo, cerca de Eroski, pasamos por la Puerta de Santa María, una de las dos entradas principales de la antigua ciudad amurallada, y comenzamos a ascender por la Calle Mayor o Nagusi Kalea, admirando la parte antigua llena de palacios y casas señoriales. En esta área también se encuentra la Iglesia de Santa María de la Asunción y del Manzano, que vale la pena visitar.

A pocos metros de la iglesia, nos encontramos con la impresionante Plaza de Armas, rodeada de hermosas casas tradicionales de colores y el imponente Castillo de Carlos V, convertido en Parador. Allí hicimos una parada para disfrutar de un café en una de las terrazas. Desde esta plaza, se puede disfrutar de hermosas vistas de la bahía de Txingudi, en la desembocadura del río Bidasoa, donde también se puede apreciar el pueblo de Hendaia en la orilla francesa, con sus playas, puerto deportivo y encantadoras casas de veraneo. Existe un barco que te lleva en pocos minutos desde el antiguo puerto de Hondarribia al puerto deportivo de Hendaia.
Después de bajar hacia la zona del paseo marítimo y el casco antiguo desde la Plaza de Armas, nos maravillamos al perdernos por las calles empedradas de esta villa amurallada y recorrer el barrio de La Marina.

Admiramos las casas con sus coloridos balcones floridos, que representan los colores que solían tener las embarcaciones de los antiguos propietarios. Al final de la temporada de pesca, se pintaba el barco y se utilizaba la pintura sobrante para embellecer las fachadas y los balcones de las viviendas, de ahí los diferentes colores. Hoy en día, se cuida mucho la preservación de estos detalles al realizar cualquier modificación exterior en las casas, lo cual es muy apreciable para mantener la autenticidad del pueblo.

En este barrio de La Marina es donde se encuentran la mayoría de los restaurantes recomendados para disfrutar de pintxos y pescado fresco.

También es donde teníamos una reserva en el restaurante «Hermandad de Pescadores». Este local con mesas compartidas se encuentra en los bajos de la Cofradía de San Pedro de Hondarribia, y al entrar se pueden percibir los deliciosos aromas de la cocina marinera que preparan.

El primer plato que elegimos fue la sopa de pescado, que hace unos años fue calificada como «una de las mejores sopas de pescado del mundo» por una revista de una aerolínea japonesa, lo cual atrae a muchos turistas hasta aquí para probarla. La sopa estaba deliciosa, tenía un estilo similar a una sopa de ajo, espesa y llena de sabor.

Luego probamos uno de los clásicos de la región, el txangurro a la donostiarra, y como no podían faltar, unas croquetas. El txangurro nos gustó, aunque no tanto como otros que hemos probado. No nos convenció del todo su sabor, ya que tenía un ligero regusto a alcohol.

Las croquetas estaban buenas.

Continuamos con un plato de temporada, alcachofas con jamón. Fue el mejor plato sin duda, las alcachofas estaban tiernas, sabrosas y simplemente espectaculares.

Por último, probamos los calamares en su tinta como sustituto de los txipirones de anzuelo que teníamos en mente, pero ese día no estaban disponibles. Los calamares estaban buenos, aunque la porción era bastante grande y nuestro estómago ya estaba lleno, por lo que no pudimos disfrutarlos tanto como nos hubiera gustado.
Los platos los pedimos para compartir, ya que las raciones eran generosas, y en ese momento ya no teníamos espacio para postres, lo cual fue una lástima.
Salimos muy satisfechos de este lugar, donde disfrutamos de una comida marinera tradicional, con ingredientes de primera calidad y cocinada con cuidado. El local era clásico y estaba lleno principalmente de lugareños (lo cual es una buena señal) y de turistas atraídos por las buenas críticas. El servicio era muy profesional y estaba compuesto exclusivamente por mujeres, quienes se notaba que llevaban mucho tiempo ejerciendo esta profesión.

Por la tarde, de regreso a San Sebastián, decidimos visitar la zona de la playa de Ondarreta y llegar hasta la escultura del Peine de los Vientos, creada por Eduardo Chillida. Una vez allí, quedamos fascinados por este lugar que se ha convertido en un ícono de la ciudad y se ha inmortalizado en numerosas postales de Donostia.

Luego, subimos al monte Igueldo, donde se encuentra un pequeño parque de atracciones. Sin embargo, lo mejor de subir hasta allí son las impresionantes vistas de la bahía de la Concha y de toda la ciudad de San Sebastián. ¡Realmente espectacular!

A medida que empezábamos a tener un poco de hambre, nos acercamos al Centro y llegamos al bar La Espiga, cerca del hotel donde nos alojábamos. Estaba lleno de lugareños disfrutando de una bebida y degustando algunos de los pinchos que exhibían en las vitrinas. También tenían otros que preparaban al momento.

Elegimos un pincho de tortilla de patata, otro de revuelto de bacalao con almendras (preparado al momento) y varios más con el bonito como ingrediente principal. Aunque no eran tan espectaculares como los que se ofrecen en algunos locales de la Parte Vieja, el resultado fue muy satisfactorio.

Después, dimos un paseo por el paseo de la Concha hasta la Parte Vieja, donde se ubica La Viña, para probar su famosa tarta de queso.

Aunque no fue la mejor que hemos probado, estaba deliciosa y realmente valió la pena la espera, ya que el lugar siempre está lleno de gente.

Continúa parte II >>>>>>>>>>>

Direcciones:

MENDAUR BERRIA

C/ Fermín Calbetón, 8, 20003 Donostia-San Sebastián

BAR SPORT

C/ Fermín Calbetón, 10, 20003, Donostia-San Sebastián

LA ESPIGA

C/ San Marcial 48, 20005, Donostia

LA VIÑA

C/ Treinta y Uno de Agosto, 3, 20003, Donostia-San Sebastián

HERMANDAD DE PESCADORES

C/ Zuloaga, 12, 20280 Hondarribia

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