Valladolid es una ciudad con mucha historia, aquí fue donde se casaron los Reyes Católicos o donde murió Cristóbal Colón. Hoy en día una de las citas que más gente concentra, es el concurso nacional de pinchos y tapas, por lo que muchos de sus bares y restaurantes se han especializado en la elaboración de estos pequeños manjares, haciendo de Valladolid, una ciudad donde cada año se puede disfrutar más, de una amplia y selecta selección de tapas y pinchos.
Nosotros decidimos viajar unos días y comprobar in situ, esas críticas tan buenas que tienen algunos de sus establecimientos, y la verdad es que no nos defraudó.
Nuestra ruta empezó el sábado en el Restaurante Los Zagales, al lado de la plaza Mayor, un clásico, con varios de sus tapas y pinchos entre ganadores y finalistas del concurso. El local estaba a tope, con multitud de gente esperando para coger mesa para comer. Lo mas demandado era el menú fin de semana. ¡Menos mal, que habíamos reservado!.
Nos decantamos por el menú de tapas, que consta de 4 tapas a elegir entre las premiadas y un segundo plato del menú del día. Su precio con vino, 32,95€ IVA incluido.
El primero que nos sacaron fue “Aroma”, Mejor Pincho de Diseño Madrid Fusión 2007, muy bonita presentación. Un pintxo de chipirón relleno con cococha de bacalao, acompañado de espárrago triguero, bacón, germinados y pilpil. Con un vasito de salsa vizcaína, y un recipiente que lo contenía que echaba humo, esto sería el diseño que sorprendió en el 2007. Lo que más me gustó: la salsa vizcaína.
Luego nos ofrecieron uno de los que más nos habían recomendado “Obama en La Casa Blanca”, Pincho de Oro Ciudad de Valladolid 2009. Te lo presentan en un recipiente blanco en forma de la cúpula de la Casa Blanca, y aquí el continente iba en concordancia con el relleno, ambos espectaculares.
Una base de hojaldre con crema de champiñones, huevo trufado a baja temperatura, y patata crujiente teñida con tinta de chipirón. Una explosión de sabor en boca, muy recomendado.
Luego llegó el turno al “Breadbag” Segundo premio Concurso Nacional de Tapas 2011. Un bocadillo de calamares, con salsa picante, muy sabroso, envuelto en una bolsa trasparente, elaborada con patata y arroz, que también se comía, que quitando la originalidad, no le aportaba nada sabor al bocadillo, e incluso le restaba.
Terminamos con lo que para mí, y para muchos, es el mayor éxito de este restaurante a nivel de concurso, y el que más ganas tenía de probar, “Trigetostón” Ganador Concurso Nacional de Tapas 2010. Elaborado con pan negro, cebolla roja confitada y crema de queso, metido en un envoltorio grafiado como el famoso pastelito, que hace digno de ser un muy buen trampantojo. Para mí, el mejor, por su sencillez, sabor, y parecido al original. Un 10 le habría dado si hubiese estado en el jurado.
Una vez acabadas las 4 tapas, nos sacaron el plato elegido, “Cochinillo crujiente con huevo trufado”, una versión muy particular de la cochinita pibil, con huevo trufado. El plato me gustó, pero estaba un poco frío, y las dos tostas que lo contenían, no estaban crujientes. El postre fue lo que menos me sorprendió: “Nube mágica de naranja”, un helado de naranja, cubierta de algodón de azúcar. El camarero vierte por encima zumo de naranja, y el algodón desaparece. Sin más, un helado con zumo de naranja.
Salimos contentos, en conjunto la comida fue agradable, y solo con probar el Trigetostón, la visita habría merecido la pena.
El domingo decidimos irnos de turismo cultural por la zona. Primero fuimos a Simancas, muy cerquita de la capital, donde está el Archivo General homónimo.
El edificio un castillo fortaleza es muy chulo, pero como era fin de semana, no había visita guiada del interior y solo estaban abiertas al público unas pocas estancias. Después de ver estas plantas, decidimos dar una vuelta por el pueblo, visitando su iglesia, su Plaza Mayor y el mirador sobre el rio Pisuerga.
Tras esta breve parada, nos dirigimos a Urueña, la villa del libro. Este pueblo medieval se encuentra en una colina en mitad de Tierra de Campos de Castilla.
Es un pueblo amurallado, muy bien reformado y conservado, que se ha convertido en un referente del libro a nivel nacional. Cuenta con más bibliotecas que bares, y para lo pequeño que es, en él se ha construido un moderno museo, el Centro e-LEA Miguel Delibes, dedicado a todo lo que tiene que ver con los libros, las letras, la serigrafía, la imprenta…etc.
También cuenta con una gran sala de conferencias, donde además de coloquios, grandes autores han presentado sus novedades literarias. Tras pagar el módico precio de 2 €, y dan una vuelta muy interesante por sus salas, nos fuimos a comer. Entre la poca oferta del pueblo, nos decantamos por el Restaurante Los Lagares, al que previamente habíamos llamado para reservar, por si acaso.
Pedimos una sopa castellana con setas y un guiso de garbanzos de primero. La sopa un poco grasienta, pero muy buena de sabor. Los garbanzos estupendos.
De segundo conejo a la cazadora para mí, y carrilleras para mi mujer. Yo hacía mucho que no probaba este plato, me gustó bastante, a pesar de la gran cantidad de tomillo que llevaba. No estoy acostumbrado a mucha hierba aromática. Los postres bien, sin más pretensiones. Comida casera bien elaborada a buen precio, ya que el pueblo es muy turístico, y los fines de semana tienen que aprovechar la demanda.
Tras la comida y el correspondiente café, nos dimos otra vuelta por el pueblo, contemplado desde la altura de la muralla, los campos de la llanura castellana, aprovechando que a esta hora, la afluencia de gente era pequeña.
Los postres bien, sin más pretensiones. Comida casera bien elaborada a buen precio, ya que el pueblo es muy turístico, y los fines de semana tienen que aprovechar la demanda.
Tras la comida y el correspondiente café, nos dimos otra vuelta por el pueblo, contemplado desde la altura de la muralla, los campos de la llanura castellana, aprovechando que a esta hora, la afluencia de gente era pequeña.
A la salida de la villa, nos paramos unos minutos a contemplar la Ermita de la Anunciación. Solo pudimos verla por fuera, ya que únicamente se abre para visitas guiadas, ofertadas en la oficina de turismo.
Desde allí, pudimos disfrutar de una imagen espectacular de este pueblo amurallado.