Después de Luarca,nuestra segunda parada este verano fue en Ribadeo, pueblo gallego fronterizo con Asturias. Como era domingo por la tarde, las calles y sus terrazas están llenas. Nos gustó su ambiente, pero sobre todo la costumbre de sus bares de ofrecerte una tapa por cada consumición. Algunos incluso te daban a escoger qué tapa querías. Para unos mortales que en nuestra ciudad no te ponen ni unos cacahuetes si nos los pagas, nos parece una maravilla. Con ellas y alguna ración ya cenamos.
Al día siguiente después de dar una vuelta por los alrededores, nos fuimos a Taramundi, un pueblo perteneciente a Asturias, cuna del turismo rural, famoso por sus navajas y cuchillos, y por sus museos etnográficos. Visitamos el de Teixois, en los que pudimos contemplar unas instalaciones primitivas que todavía funcionan, en las que con la fuerza del agua se realizaban las distintas labores artesanas de la zona. Un mazo, para la ferrería, molino, batán, piedra de afilar y hasta una pequeña central eléctrica que lo alimenta. También visitamos el museo de la navaja, que contiene la navaja más grande del mundo, record Guiness.
De regreso a Ribadeo, nos dispusimos a comer. Elegimos un restaurante al lado del puerto, El SOLANA. Recomendado 100%.
De primer plato pedimos para compartir, una cazuela de pulpo, con almejas y langostinos. Que además llevaba unas patatas cortadas en rodajas, yo creo que prefritas, todo ello cubierto de un caldo supersabroso. Nos gusto mucho, es más, después de acabar con el marisco y las patatas, nos quedaba una buena cantidad de ese maravilloso caldo. A mí me dio ganas de meter la cabeza y como si del tazón del desayuno se tratase, bebérmelo. Qué pena….no estar en casa y tener que guardar los modales…
De segundo, pedimos rodaballo, uno de los pescados que más me gusta. Cuando nos sacó la ración pensé que se había confundido, que era para alguna mesa de cuatro. Estaba muy bueno, en su punto, con esa grasita que le da ese sabor que tanto me gusta, no como otros que no saben a nada (piscifactoría). De carne pedimos entrecot…..muy tierno y jugoso. Por último nos preguntaron por los postres que queríamos, los aplazamos para el próximo año, no podíamos más, que pena, somos golosos, pero ….tampoco era cuestión de reventar los primeros días de vacaciones. Los platos que pedimos muy aconsejables, y por lo mentado por el resto de comensales que teníamos alrededor, todos quedaron muy satisfechos, por las gratitudes a los camareros.
Como necesitamos reposar la comida, nos acercamos a la playa de “As catedrales”, toda una belleza de la naturaleza, a unos pocos kilómetros. Como debíamos espera a que bajase la marea, para contemplar toda la hermosura de esta playa, nos echamos una pequeña siesta encima de la toalla, que fue toda una delicia. Luego visita y un buen baño, para terminar el día, no se puede pedir más.